Saturday, February 04, 2017

ANÁLISIS sobre el arranque de la presidencia de Trump

Por Jorge Eduardo Jiménez

Va análisis sobre el arranque del gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, y su relación con México. Aquí me enfocaré no tanto en las políticas específicas de política pública emprendidas por Washington, sino en la estrategia general que se vislumbra por parte de dicho régimen.

Pero antes, dos impactantes portadas recientes:


La revista alemana Der Spiegel, 
y la neoyorquina The New Yorker, 
editorializan en sus portadas sobre 
el inicio de la nueva presidencia de EE.UU.


PRESIDENTE, DIRECTOR GENERAL Y C.E.O. DE U.S.A. INC.

Hay mucha gente en EE.UU. que está a favor de Donald Trump, que lo apoyan. Si señoras y señoras, sorpréndanse. Recuerden que el señor ganó la elección de noviembre pasado.

Las personas más inteligentes que he leído que son partidarias o defensoras de Trump suelen tener una posición interesante respecto a la llegada de éste a la Casa Blanca.

El argumento de estos simpatizantes reza más o menos así (parafraseo):
Donald Trump ha sido toda su vida un gran empresario. Ahora que está en la presidencia, sus múltiples habilidades como hombre de negocios pueden ser de gran ayuda a Estados  Unidos. La República estadounidense tiene unas instituciones suficientemente sólidas como para soportar la llegada de un empresario a la Casa Blanca y permitir que éste ponga sus destrezas y conocimientos al servicio de esta nación y de su pueblo, y limitar cualquier exceso que éste pretenda.
No sé usted estimado lector, pero me parece una previsión bien argumentada. En todo caso, estos simpatizantes merecen el beneficio de la duda y que los demás esperemos ver qué pasa andando el tiempo.

Este tema abre interrogantes importantes: ¿Ser un buen empresario garantiza ser un buen político y/o presidente? ¿Es casi lo mismo encabezar una gran corporación que una nación?

Interesante tema de discusión y una guía para observar la presidencia de Trump, que nos ayudará a responder estas preguntas, con el tiempo.

El sentido común, sin embargo, nos dice desde ya que no es lo mismo ser director general de una compañía que jefe de Estado. Esto lo comprobaremos pronto en este caso.

Nuestra previsión: En varias semanas o en algunos meses, atestiguaremos que este gobierno de Washington se va a ir pareciendo cada vez más, en tono y acción, a sus presidencias predecesoras. El mandatario gringo ha querido sorprender al mundo en sus primeras dos semanas, con una retórica diferente, hasta delirante, y un estilo arrebatador. Pero las mundanas realidades de la política irán asentando y haciendo madurar a este gobierno --que no al personaje, que hace tiempo que se cae de maduro--.

Si ocurriera lo contrario, estaremos entonces ante una anomalía histórica. Y peligrosa.

¿UN GOEBBLES DEL SIGLO XXI?

Trump abraza a su estratega en jefe, Steve Bannon. Foto: BBC

A mí lo que me tiene con la boca abierta hasta ahora, es la destreza de comunicación de Donald Trump y su capacidad para manipular, para hacer lo que se le antoje con la opinión pública: establecer la agenda, hacer que se hable de él casi a toda hora --no sólo en todo EE.UU. sino en el mundo--.

Hay testimonios de la Venezuela de Hugo Chávez que aseguran que éste también era capaz de no sólo acaparar la agenda pública de cada día, sino de meterse en las conversaciones de todos los venezolanos y también en sus cabezas --y hasta en los corazones de muchos--. 

Debió ser similar con Hitler, Mussolini, Stalin y otros hombres fuertes. ¿Se convertirá Trump en el "hombre fuerte" de EE.UU.? Al menos comparte una característica con todos ellos; y cuenta con una ventaja sobre ellos: que tiene una cuenta en Twitter...

En este Blog hemos sostenido que Trump, a sus casi 71 años, no va a aprender muchas cosas nuevas de aquí en adelante, sino que va a ejercer lo que ha hecho toda su vida, aquello para lo cual es muy bueno, y esto es, manejar su propia imagen, y su nombre, que juntos conforman una marca, la marca a la cual se debe y a la que él mismo rinde adoración.

El manejo de su imagen y de su nombre, combinado con el poder político que detenta, es ya todo un fenómeno de comunicación. Esto ha llevado a que muchos analistas aseguren que estamos ante algo parecido a un aspecto de la Alemania Nazi, y que el Joseph Goebbles de Hitler, tiene su equivalente en el gobierno de Trump.

Estas personas se refieren a Steve Bannon, el estratega en jefe del presidente, a quien ha asignado un puesto fijo en el Consejo de Seguridad Nacional, nada menos.

Hay analistas que dicen que Bannon es el Goebbles, otros que el Rasputin de Trump, el verdadero poder detrás del trono.

Estas aseveraciones conllevan mucho de histeria. Este gobierno lleva ¡DOS SEMANAS!. Creo que es un poco pronto para hacer aseveraciones sobre un "poder detrás del trono".

Aquí voy a avanzar una hipótesis: Donald Trump ha puesto en el candelero a Steve Bannon en esta forma un tanto escandalosa, llevándolo a sentarse en una mesa estratégica, en parte para crear una figura odiosa, que concite por lo menos algo del disgusto y animadversión que de otro modo se volcaría de lleno hacia el propio presidente.

Bannon es un cuasi suicida político, dispuesto a sacrificarse a sí mismo con tal de servir a su jefe. Y sí, esto lleva un tufo muy desagradable a corporatismo político, o sea a fascismo, al menos en el aspecto comunicativo.

El propósito inmediato de la política de comunicación de Trump, como hemos comentado antes en este Blog, es el de crear la imagen del presidente como alguien absolutamente imprevisible. No desagrada al presidente que haya quienes hablen de su inestabilidad mental. Trump está perfectamente cómodo con eso, incluso ha provocado deliberadamente tales ideas. Esta es la teoría o estrategia del "hombre loco" en la presidencia, que expusimos en el enlace en este mismo párrafo.

Trump, siguiendo dicha estrategia, está dispuesto a todo desde el punto de vista comunicativo. Que no nos sorprenda si en algún punto, con tal de intimidar a quién el quiera intimidar, sugiera, insinúe, o de plano diga abiertamente que está dispuesto a usar armas nucleares. Tal es lo lejos que está dispuesto a llegar este personaje en su retórica delirante.

Pero Trump no es un loco, al menos no un loco clínico. Esta idea comunicativa enloquecida en apariencia tiene un objetivo general, relacionado con la otra pretendida gran habilidad de Trump. Esta es la capacidad de negociación, o como a él le gusta decir: "El arte de negociar".

NO TERMINATOR, SINO NEGOTIATOR

El millonario mexicano Carlos Slim conversó hace una semana con reporteros para decir que los mexicanos no deben estar demasiado preocupados de lo que diga Donald Trump. Su punto se resume en una de las frases que dijo el magnate: "Trump no es un Terminator, sino un Negotiator"

Se refería Slim a la fama promovida por el propio Trump, de ser "un gran negociador". Recordar que Trump tiene un hoy famoso libro, publicado hace unos 30 años, titulado "The Art of the Deal" ("El arte de negociar") y que está siendo bastante leído últimamente.

Aquí hago una pequeña digresión sobre el concepto negociación: sólo un porcentaje pequeño de la población o del público de los medios corporativos o aún en las redes sociales entienden claramente qué es una negociación. En México, por ejemplo, se tiene la idea popular que negociar significa hacer arreglos o intercambios clandestinos --"en lo oscurito"-- casi siempre corruptos, o de plano ilegales. Incluso, en México, el verbo "transar", se utiliza en el sentido de hacer fraude, cuando según la Real Academia de la Lengua, transar es un sinónimo de negociar.

Por el contrario, la negociación es una actividad central en el ámbito de la empresa privada --los negocios-- y también de la política. Es una actividad difícil de entender porque involucra la racionalidad humana pero también la emotividad y hasta lo absurdo de nuestra condición de personas,  porque tiene algo de juego, que a la vez puede tratar sobre cosas tan serias como asuntos de Estado.

Hasta aquí hemos trazado una ruta de objetivos que se ha propuesto la nueva presidencia en Washington, como estrategia política general. Repasemos estos objetivos, cada uno de los cuales lleva al siguiente y así.
  1. Estrategia de comunicación que consiste en provocar que el presidente tenga una imagen de alguien absolutamente imprevisible
  2. Utilizar la retórica imprevisible para intimidar a sus adversarios en una negociación.
  3. Negociar con ventaja

EL NEGOTIATOR ANTE MÉXICO

Una característica significativa de la nueva presidencia en Washington, es que está tratando la política exterior, como si fuera política interna. ¿Hay asuntos pendientes con México? Entonces hay que tratar con México como si en ello nos fuera la vida como nación, es decir elevar la agenda con México a un estatus de importancia interna. ¿Hay que tratar con Australia? Llevemos los pendientes con Australia a un estatus de máxima importancia interna. Tal es la idea de Trump, una forma de atraer atención pública a temas que normalmente, suelen aburrir a la población en general.

Quienes tengan que tratar con Trump deben tener mucho cuidado de no perder la calma. 

Al gobierno de México le ha tocado ser el primero en tratar temas difíciles con la nueva presidencia estadounidense. Cómo podría ser de otra forma, si el hoy presidente  hizo del ataque a México un tema principal de su campaña. Los ataques a México en buena parte, son lo que lo tienen hoy en la Casa Blanca.

Ya hemos tratado aquí y aquí, el tema de la negociación que ya ocurre entre México y EE.UU. 

Esta semana ocurrió un hecho que forma parte del tipo de cosas inauditas que ya preveíamos para la presidencia trumpiana. El viernes 27 de enero, Peña Nieto y Trump sostuvieron una conversación telefónica que ambos gobiernos describieron como "constructiva" y en la que ambos acordaron no hablar en público sobre quién pagaría por el "muro" en la frontera común, mientras hubiera negociaciones abiertas. 

Esto último calmo un poco las aguas de la opinión pública, que estaban inquietas.

Pero cinco días después, el 1 de febrero, personal de la Casa Blanca filtró a la prensa un supuesto fragmento transcrito de la conversación interpresidencial. Según esta versión, Trump le dijo a Peña Nieto que EE.UU. no necesitaba a México y que éste no había hecho buen trabajo contra los delincuentes que operan en la frontera, que el ejército mexicano tal vez estaba intimidado, y que el gobierno del norte estaba dispuesto a tomar acción enviando tropas.

Esta versión fue desmentida por ambos gobiernos, pero horas después se filtraron versiones más moderadas, según las cuales Trump sí ofreció a México enviar militares para ayudar contra los narcotraficantes y delincuentes.

¿QÚE SIGNIFICA LA FILTRACIÓN DE LA CASA BLANCA?

Dese cuenta el lector cómo Trump, que tenía un "bozal" moral contra decir cosas escandalosas sobre su negociación con México, buscó una forma marrullera de seguir calentando el tema, a través de filtraciones a la prensa, una práctica poco común en anteriores ocupantes de la Casa Blanca. En ese sentido, tiene razón la analista Denise Dresser, quien ha dicho jocosamente que Trump ha llevado a la "mexicanización" de la política estadounidense.

Este hecho de la filtración, hizo que por todas partes en México no se hablara de otra cosa sino de la "amenaza" de Trump, que luego resultó  "ofrecimiento".

No pocos analistas reaccionaron desconcertados. El autor de este Blog escuchó un "análisis" del columnista y conductor de TV, Leo Zuckerman, quien dijo, exclamando airadamente, que la filtración había sido un acto de propaganda fascista que tenía el objetivo de ridiculizar a México, y de debilitarlo ante la opinión pública.

Yo pienso que esta acción per se no debilita en nada al gobierno mexicano si es que la primera versión es falsa. El que la Casa Blanca filtrara primero una versión distorsionada y luego otra más cercana a la realidad, demuestra lo dicho en este Blog, que la estrategia de Washington es utilizar la comunicación para desconcertar al adversario, y al público. En este caso, el gobierno de México no se mostró desconcertado, pero sí la opinión pública.

Porque el hecho de que la Casa Blanca filtrara la "amenaza" --luego "ofrecimiento"--- de Trump de enviar a sus soldados, tuvo el objetivo de que la opinión pública, especialmente la mexicana, se enterara que en las "negociaciones" se ha puesto sobre la mesa el tema de la "seguridad nacional".

Ya hemos dicho en este Blog, que la anunciada estrategia del gobierno de Peña Nieto para negociar con EE.UU., es poner sobre la mesa las cartas de todos los temas que conforman la relación bilateral, en especial el tema de la seguridad.

Gracias a la "filtración", nos hemos enterado cuál fue la respuesta de Trump a la puesta sobre la mesa de este tema. 

A partir de aquí, la negociación México-EE.UU. luce con grandes complejidades. De nuevo la imprevisibilidad. No se sabe si se va a negociar el TLC, pudiera ser que se haga, pudiera que no. Si ocurre, no se sabe cómo será dicha negociación; no se sabe hacia dónde irá la negociación sobre el "muro", o sobre la seguridad común.

Por lo pronto, con la información que se tiene, podemos decir que el gobierno de México ha hecho bien en no lucir histérico o intimidado en lo absoluto. Peña Nieto ya anunció consultas con los empresarios sobre el TLC, y más le vale ampliar esas consultas, en ese y otros temas, al resto de la nación.

En el pasado post de este Blog, titulado, "¿Por qué causa tanto miedo la "negociación" con Trump?", expusimos que una petición muy específica lanzada públicamente por Trump a México no sonaba como algo disparatado, sino como una carta razonable para el arranque de una negociación.

En las próximas semanas o meses, nos daremos cuenta de si en verdad Trump es un "gran negociador", lo cual incluye ser un negociador serio. De resultar lo contrario, estaríamos ante una situación, esa si, muy peligrosa. 

LA HIPOCRECÍA DE LOS MANIFESTANTES CONTRA TRUMP

Ha causado un gran escándalo y numerosas protestas el decreto del presidente de EE.UU., de prohibir la entrada a ese país a ciudadanos musulmanes de siete países, y de prohibir también la aceptación de refugiados provenientes de los mismos -sí permitirá entrada de ciudadanos de "minorías religiosas" de esas naciones, es decir judíos o cristianos--.

La pregunta aquí es ¿Dónde estaban las protestas y los manifestantes cuando el gobierno de Barack Obama mandó a bombardear musulmanes en Afganistán, Iraq, Libia, Pakistán, Yemen, Somalia, Siria?

Miren nada más que bonito país. Un presidente manda bombardear naciones musulmanas. Luego entonces, parte de esa población musulmana emigra o busca refugio en otros países, incluidos los occidentales. Ese mismo presidente señala el peligro que constituyen los migrantes de siete de los países bombardeados. Luego el siguiente presidente gringo pone en práctica una prohibición de refugio y migración. Bonito trabajo en equipo.

Es hora de que los críticos de Donald Trump se den cuenta que este personaje no es todo el problema. Es el gobierno estadounidense --no importa quién ocupe la silla de la Casa Blanca--, el que lleva ya tiempo conduciendo a esa nación a una decadencia moral y de valores que quizá no tenga marcha atrás.

FIN



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